Pero hablar es distinto. ¿Nunca os han preguntado “cómo te defines”? Sí, sí. Como si fuera fácil definirse en voz alta. Y te quedas mudo, pensando en qué decir y cómo hacerlo para que no te haga quedar en ridículo. Como si nos fueran a juzgar por el tono o el gesto. Como si fuera malo en realidad decir cosas buenas de uno mismo por poder parecer egocéntrico, o malas por sentirnos expuestos e indefensos. Puede que, básicamente, lo que más nos aterre de decir nuestras cualidades y defectos cara a cara es que puedan adivinar a través de nuestra mirada lo que no decimos,, lo que duele de verdad o hace tan feliz que no queremos contar para que no se esfume como un hechizo a las doce de la noche. Por eso siempre es mucho más fácil escribirlo.Cuando tú sacas de ti todas las partes feas del cuento y las plasmas en un papel, nadie salvo tú puede verlas. Tu mirada sigue siendo tuya, con sus sombras y con los mil colores que brotan de arcoiris. Creo que por eso dicen que solo cuando nadie mira podemos ser nosotros mismos. Creo que por eso, hoy en día hay tanta gente que escribe. Igual es que no somos tan libres como creemos y ansiamos volar entre letras hacia un lugar en el que cada uno pueda ser de verdad como quiera.
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